viernes, 10 de enero de 2014

El faro de los acantilados, de J.L. Martín Nogales

Título: El faro de los acantilados
Autor: José Luis Martín Nogales
Ilustrador: Albert Asensio
Editorial: Anaya
A partir de 14 años










Sinopsis

En un pequeño pueblo del norte de España, mientras el país se encuentra sumido en plena Guerra Civil, el maestro ha desaparecido sin dejar rastro. Sus alumnos, Blanca, Yago, Fátima y David, no se resignan a la ausencia y comienzan su búsqueda, sin ser conscientes de donde se adentran.

Un cuaderno con escritos del maestro, sus libros con anotaciones, un plano y un misterioso farero irán aportando las claves que  permitirán resolver el misterio. A través de los libros los jóvenes protagonistas irán conociendo la verdadera vida de su maestro y serán seducidos por el susurro de la historia de la literatura.


Opinión personal

El faro de los acantilados es mucho más que una estupenda novela juvenil de intriga; es un mensaje en la botella que J.L. Martín Nogales envía al océano de la adolescencia con un claro y directo sentido: trasmitir el valor de la literatura. Los lectores que se acerquen a las páginas de esta entretenida historia encontrarán en ellas la respuesta a la eterna pregunta: ¿para qué sirve la literatura? 

A través de una trama detectivesca recorremos junto a los personajes un camino de pistas y señales sacadas de textos clásicos de nuestros autores más afamados, desde los versos del Cantar de Mio Cid hasta los de Antonio Machado, pasando por Jorge Manrique, etc. En ese viaje literario se nos revela el poder curativo de los libros, la lectura como terapia que no caduca a lo largo de los siglos y que se mantiene con la misma vigencia y la misma fuerza poderosa en  lectores de épocas dispares de la historia. Porque, al final, hombres y mujeres de cualquier siglo tienen las mismas motivaciones vitales: todos sienten hambre, frío, miedo… Todos aman, aprenden, gozan, ganan, desean, pierden, sufren, mueren…  Y todo queda retratado como en un espejo que nos da el reflejo ajeno que puede coincidir con el propio. Entonces se produce la magia. Un arte de conexión esencial entre los seres humanos distantes en el tiempo y en el espacio, pero unidos en las palabras que construyen páginas inmortales.

Inteligente y hermoso homenaje el que Martín Nogales esculpe a la Literatura con mayúsculas en esta novela juvenil, en la que el amor a los libros se desprende de cada línea. Una lectura amena y enriquecedora que recomiendo firmemente a adolescentes y profesores de Literatura. Nunca antes encontré un libro que justificara con tanta claridad el valor de las lecturas sin límites en la historia de la literatura. Háganse un favor y háganselo a los jóvenes que tengan cerca. No se pierdan esta obra y déjense guiar por El faro de los acantilados. Encontrarán muchas respuestas que merecen ser compartidas.

  
Yo soy los libros que he leído. Me reconozco en ellos. Sé lo que soy leyendo. Me conozco mejor. Aprendo algo de mí mismo. Porque todos los libros hablan de mí.
***
Uno se lee a sí mismo cuando está leyendo. No leemos la vida de los otros, sino nuestra propia vida. En cada libro yo leo mis miedos, mis sueños, los amores que nunca tuve, los amores que algún día quise tener, los viajes que hice, y los que quise hacer y los que no haré jamás. En ellos están algunos de mis más íntimos deseos. Reconozco en sus páginas mis vicios ocultos, mis vergonzosas maldades. Las bajezas de muchos personajes de las novelas que he leído son mis propias bajezas. Y sus sentimientos nobles son también, a veces, mis propios sentimientos. Al leer me leo a mí mismo, contradictorio, lleno de dudas y de rincones que son como habitaciones sombrías. Recuerdo escenas olvidadas del pasado, evoco sentimientos que tuve de niño, olfateo antiguos olores, revivo experiencias que creía perdidas en el olvido. La lectura alienta en mí ilusiones en los momentos tristes, alimenta sueños y me mantiene la esperanza.
 ***
Sin la literatura no sabríamos lo que somos. La historia de todos nosotros está en los libros. En ellos nos encontramos.
 ***
Sé que cada libro es una carta que alguien escribe. A veces, una señal de socorro: un mensaje lanzado al mar con la esperanza de que alguien lo lea.


viernes, 3 de enero de 2014

Ana mítica

Érase una vez un error convertido en el mayor de los aciertos. Cuando en lugar del chico huérfano que los hermanos Cuthber esperaban llegó a Tejas Verdes la pequeña pelirroja y pecosa Ana Shirley, la vida de los habitantes de Avonlea cambió para siempre por la presencia de la niña más imaginativa y apasionadamente liante de cuantas en la ficción y en el mundo real se recuerdan.

En efecto, cuando Lucy Maud Montgomery allá por los primeros años del siglo XX inventó el personaje de Ana Shirley y plasmó sus divertidas y tiernas aventuras en una saga de ocho novelas cambió para siempre la vida de sus lectores presentes y futuros. Porque es prácticamente inevitable leer la historia de Ana, la de Tejas Verdes, la de Avonlea, sin contagiarse de su creativa forma de sentir, de su rebosante energía positiva y su encantadora capacidad para cometer errores y seguir confiando en un mañana limpio de fallos. Es imposible leerla y que, tras cerrar la última página, un poco o mucho de Ana no se quede en nuestro interior como parte de nosotros mismos.

Todos los niños deberían crecer junto a Ana Shirley. Ningún adulto debería obviar la existencia de esta criatura genuina, parlanchina y soñadora hasta el delirio. Toromítico ofrece ahora esa posibilidad a las nuevas generaciones con la reedición de la saga de novelas en las que la pequeña e incorregible Ana llega a convertirse en una joven sin igual. Las dos primeras entregas están ya disponibles y con un magnífico diseño. Una original combinación de fotografías y dibujos ilustran los personajes y ambientes de esta inolvidable historia que ningún “espíritu elevado” debería ignorar.

- ¿Nunca ha imaginado las cosas diferente de lo que son? -preguntó Ana con los ojos muy abiertos.
- No.
- ¡Oh! -Ana suspiró profundamente-. Oh, señorita Marilla, no sabe lo que se pierde...

                                                           
                                                                 *** 
- Hay tantas Anas diferentes en mí. A veces pienso que por eso soy problemática. Si yo fuera una sola Ana sería mucho más cómodo, pero entonces no sería ni la mitad de interesante.


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